¡Hola! ¿Qué tal estás? Espero que muy bien y si no, recuerda que ¡todo pasa!
Hoy vamos a hablar de la suerte, pero no de la suerte como tal, sino de qué suerte tienes, de qué suerte tengo, de qué suerte tenemos porque, como ya sabéis, este espacio, entre otras muchas cosas, es para vivir a tu favor y siempre se dice que es de bien nacido ser agradecido. Y es verdad que la gratitud es fundamental para todo en la vida, es que para que te pasen cosas buenas, hay que ser agradecido, porque hay veces que te pasan cosas buenas, pero si no eres agradecido, es como que no te has dado cuenta de que te han pasado esas cosas buenas.
Entonces, el agradecimiento es el ser consciente de lo que te ha pasado, en este caso en positivo y como vamos a vivir a nuestro favor, tiene que ser positivo. Entonces, para eso estoy aquí, para recordarnos a mí misma también, la importancia del agradecimiento de ser consciente de qué suerte tenemos y cada uno a su manera, lo que para mí es una fortuna para ti a lo mejor no lo es y ¡bendito sea que así pueda ser!
Por ejemplo, yo trabajo por la tarde, yo agradezco cada día, que trabaje por la tarde aunque para alguna gente, eso es horroroso, eso es un castigo, pero para mí es una bendición, para mí, el poder levantarme cada mañana a la hora que me dé la gana, a veces sin despertador, dar un paseo con los perros, desayunar tranquilamente, tomarme mi tiempo, empezar la mañana con todo el relajo del mundo siendo consciente de ¡guau! ¡qué suerte tengo! que puedo desayunar tranquilamente… También es cierto, que esto lo valoro porque en otros momentos de mi vida no lo he tenido, entonces todavía te ayuda más a saborearlo.
O la gente que trabaja por la mañana y está agradecidísima de que tiene toda la tarde libre, sin embargo, para mí es al contrario y está perfecto. Entonces, yo siempre propongo que miremos en cada uno de nosotros y en nuestro día a día, cuántas cosas podemos agradecer, cuántas veces podemos decir: ¡Madre mía, qué suerte tengo!
Por ejemplo, en mi caso que también teletrabajo, yo lo agradezco cada día de mi vida. No sé cuánto me durará, no sé, que haré mañana… Pero da igual, no hay que saberlo todo, no hay que tener vista de aquí a 20 años y saber cómo te va, no, ni a 10 ni a 5. Hay que tener siempre una proyección, eso sí, desde mi punto de vista, siempre hay que tener una proyección y un hacia dónde voy, pero sin perdernos el presente porque estemos perdidos en esa proyección.
Te propongo que pienses en tu día y en las cosas que puedas decir. ¡Qué suerte tengo!
Partiendo de lo más típico, que si vivo debajo de un techo, que si tengo agua caliente, que si tengo agua corriente, que si tengo comida, por supuesto, que si tengo un cuerpo, que si tengo unas extremidades, que si tengo… todo esto es un milagro, no lo podemos dar por hecho, ¡tenemos que dar gracias!
Y damos por hecho que cada mañana nos vamos a despertar y es que eso no se puede dar por hecho. Y estamos en un bucle, en un estrés, en una rueda de ratón, de rata de lo que tú quieras y hay que parar. Parar para decir ¡guau, qué suerte tengo!
Entonces desde el cuerpo que te funciona, que respiras sin que tú estés pendiente de que estás respirando, de que puedas andar sin dolor y que puedas moverte… todo esto es muy típico, vale, pero no por ello tiene que pasar desapercibido.
Yo pienso mucho en otros momentos de mi vida, cuando no he tenido algo y ahora lo tengo, lo valoro mucho, mucho, mucho. El hecho de desayunar en casa, de comer en casa, de cenar en casa… para mí, eso es ¡gloria bendita!
Y yo he tenido momentos en los que no he desayunado en casa, no he almorzado en casa, ni he cenado en casa. He estado todo el día fuera o mitad y mitad. Y eso es algo tan obvio que, por ejemplo, quien esté leyendo esto y todos los días desayuna, come y cena en casa, pues igual dice ah, pues mira, sí, es verdad, yo no me había parado a pensar en eso, pero el que esté leyendo esto y que no pueda cenar en casa o que no pueda almorzar o que no pueda desayunar… sabe lo que es valorarlo. O también puede ser que siempre hagas comidas fuera de casa y es lo que más te gusta en el mundo. Pues, ¡qué suerte tienes! que puedas cenar o que puedas desayunar o que puedas almorzar fuera. ¡Qué maravilla! ¡Qué suerte!
Cada vez que pidas un café, cada vez que pidas un refresco, lo que sea, ¡qué suerte tienes! Disfrútalo, reconócelo, no estés en automático. Aquí, la clave está en no hacer las cosas en automático, en saborearlas en decir ¡guau, qué suerte tengo!
Tengo la suerte de desayunar cada día fuera de casa, que me traigan el café y la tostada. ¡Qué maravilla! Por supuesto, que también tiene su rollazo, que a mí me encanta también cuando voy a desayunar por ahí. La clave es esa, saborea, disfruta, valora y que tu día a día no sea un automatismo, va a serlo porque evidentemente, el automatismo nos facilita muchas cosas, porque si tuviéramos que respirar todo el rato conscientemente o hacer cada movimiento conscientemente sería imposible. O sea, que es normal que automatices cosas, pero automaticemos lo que nos incomoda de manera que no estorbe el valorar lo que nos encanta.
Y ése es mi mensaje, que des las gracias, que seas consiente de la suerte que tienes en cada cosa que haces y párate a pensar, no creo que pienses en tu día y digas yo no puedo decir eso, yo no puedo decir que tengo suerte. Sinceramente, no creo que puedas decir eso. Pero si lo piensas, si tu primer pensamiento es ese, porque si piensas un poco más, no es ese tu primer pensamiento, párate de verdad a pensarlo. Y además, te diría que si no lo encuentras por ningún sitio, pero ya digo, nada más que por el hecho de vivir, de respirar, de tener un techo, de tener un trabajo de ingresar dinero, de tener una autonomía… Hay infinitas cosas por las que podemos estar agradecidos y decir ¡qué suerte tenemos! por una familia… Vamos, hay un montón de cosas, pero si piensas en qué suerte tienes y te parecen pocas cosas con las que puedas sentir que tienes suerte, te propongo, que añadas algo a tu día que puedas decir ¡guau, qué suerte tengo!
No sé, depende de lo que a ti te guste, de lo que te apetezca, haz algo en tu día que digas ¡Éste es mi momento! ¡Qué suerte tengo! Ya digo, pueden ser caprichos desde gastronómicos hasta sensoriales, de todo.
¡Qué suerte tengo! ¡Qué suerte tenemos! No perdamos la mirada del agradecimiento, porque siempre seremos inconformistas, siempre queremos más. Y eso no está mal, eso está genial. Estamos vivos, siempre vamos a querer más y no importa, eso está bien. Y eso nos hace crecer, pero no nos perdamos en el objetivo.
Mira no hace mucho tiempo, me di cuenta de que, con ejemplos pequeños o con circunstancias insignificantes, tengo la capacidad de extrapolarlo en algo mayor. No siempre, porque si no, no me equivocaría nunca, pero de una situación concreta insignificante le saco lectura para algo muy grande, entonces me sirve. No tengo que cometer grandes errores, aunque ya digo que los cometo también, pero en ese ámbito no. Por ejemplo, con esto de la ambición o el querer más, el ser inconformista. Yo recuerdo cuando estaba en el instituto, en el colegio y lo típico que aquí, seguramente que todos nos sentimos identificados.
Tenías un examen de lengua, por ejemplo y te lo ponían dentro de dos semanas, entonces tú pensabas en que estabas deseando de que llegara el examen porque ya cuando hicieras el examen, entonces ya te quedabas tranquila. Sabías que tenías que pasar esas dos semanas mal porque tenías que estudiar, pero ya en el momento que hicieras el examen ibas a ser super feliz. Y yo me daba cuenta que cuando pasaba el examen, luego te preocupabas porque te tenían que dar la nota, pero bueno, pero es que luego te ponían otro examen. O sea, realmente yo me daba cuenta que pasaba el tiempo pensando en que cuando pasara el examen ya podría disfrutar de esto y de lo otro. Pero es que cuando hacía ese examen, igual tenía dos días de placer y otra vez al tercer día, te ponían otro examen de otra asignatura o tenías otro reto que superar u otra cosa. Igual dices: ¡vaya lumbreras! Jaja, pero bueno, yo me di cuenta estando en el instituto, que nunca iba a llegar ese momento en el que dijera ¡guau! Ahora ya sí, cuando me quite esto ya no voy a tener más problemas, o ¡ya voy a ser super feliz para siempre!
Entonces yo me di cuenta que cuando superaba un examen, luego venía otro y así, o se acababa el curso y luego volvía a empezar o luego ya no era el curso y ahora tenía otro tipo de problemas. Entonces, quizás esa mini enseñanza, lo he extrapolado a la vida. Y quizás gracias a esa toma de consciencia que tuve en ese memento, siempre he sido una disfrutona de la vida. No quiere decir que todo me haya ido super bien, porque no, porque soy una persona que le pasan cosas, pero sí que siempre he intentado sacarle el jugo a la vida y sacarle las cosas positivas, ver el lado bueno de las cosas, ser agradecida y ser consciente de qué suerte tengo.
Es lo que digo, que de un acto pequeño he podido extrapolarlo y ver que no voy a esperar a para ser… ya soy y punto jeje. Eso ya lo hablé en otro episodio.
Espero que encuentres en tu día muchísimas cosas para dar las gracias, para reconocerte y decir ¡guau, qué suerte tengo!
Y si te parecen pocas cosas en las que puedes dar gracias y decir ¡qué suerte tienes! Ve añadiendo un día una o una semana otra, sin agobiarte y ve creando esos momentos de gratitud, de suerte y al fin y al cabo, creando una vida en la que seas feliz. Pero recuerda que la felicidad no es un destino, sino el camino y siempre habrá retos, pero no por ello debes de perderte los frutos del camino.
Un besito muy grande. Espero que hayas disfrutado este episodio, que te sientas un poquito más feliz, un poquito más contento, más agradecido. Como siempre, quédate con lo que te resuene, lo que no deséchalo y si así los deseas, nos seguiremos leyendo en próximos episodios.
¡Que tengas un feliz día, una feliz semana y una feliz vida!
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